domingo, 1 de noviembre de 2015

Disfrutar del movimiento

Joaquín Benito Vallejo

Quiero hablar del disfrute del movimiento, más allá de sentirlo meramente a niveles físicos, sino de que el movimiento, lento y profundo, nos transporte más allá de lo físico y nos transmita sentimientos. Impregnarse del movimiento para abrir la puerta a las emociones y que el movimiento cobre vida y sea expresivo. Que no se quede en el mero análisis físico aunque este sea pormenorizado y profundo.

Para analizar hay que parcializar, dividir, sentir las zonas o las funciones aisladas, perdiendo de vista el conjunto. Quiero sentir el conjunto y que este, aporte mucho más que el análisis detallado físico, de lo que ocurre en un musculo o articulación determinada. Quiero captar la actitud general del cuerpo en el movimiento, la emoción subyacente, el clima anímico.

El movimiento, antes que nada, ha de ser sentido y disfrutado. Hay que saborearlo como un manjar, como un  pastel, como un buen vino o un licor. Y como la bebida o la comida puede haber en él múltiples y diversos sabores: dulce, agrio, fuerte, suave, acido, soso, salado, combinados entre ellos adquiriendo infinidad de matices. 

Utilizo la imagen del sabor  porque es quizá la más asequible para todas las personas en general. El placer de la comida y la bebida. Aunque he visto muchas veces como la comida se engulle sin saborearla, y por lo tanto no disfrutándola, únicamente saciando el hambre o la voracidad. O comiendo solo determinados platos porque ellos contienen tal o cual propiedad curativa.

Pero este ejemplo también me sirve para explicar cómo no debe hacerse el movimiento, tragándolo sin saborearlo.

Con la comida y la bebida hay que permitir que impregne las papilas gustativas del paladar y de la lengua para extraer los sabores, y los olores. Si tragamos no damos tiempo para saborear.

Si las emociones yacen y se expresan en el cuerpo, con el movimiento sentido, se suscitan sentimientos, se activa la imaginación, nos conduce a la búsqueda y a la creatividad.

Ese ha sido y es mi objetivo, hoy más que nunca.

Hoy más que nunca porque el movimiento es realizado de una manera mecanicista, como el programa de una lavadora. Se ha impuesto la mecanización. El cuerpo humano es considerado como un hardware al que hay que instalar un software. El hardware trabaja mientras se está instalando el software. Una vez instalado, todo se repite ordenadamente como manda el programa. Esta es la moda del momento y por muchos años. ¿Quién concibe que el movimiento se pueda disfrutar? ¿Quién cree que el movimiento es un manjar que abre y despierta todos los sentidos, el  mejor estímulo para el cerebro, y  que nos libera, nos limpia, nos relaja, nos enaltece…?

Nuestra educación y nuestra cultura separaron cuerpo y mente, separaron el aspecto físico humano del aspecto psico-socio-emocional.

El cuerpo no puede ser separado de la mente. Nunca. Hoy, las modas, al trabajar el cuerpo, también dicen que trabajan la mente. No puede ser de otra manera, porque son inseparables. Pero a la mente se la trabaja, como he dicho antes, como un software, instalando en el cuerpo –en el cerebro- un programa informático.

En el movimiento está todo el cuerpo implicado, aunque a veces hay una zona que es la protagonista. Pero no debemos quedarnos en esta percepción fragmentaria y parcial. El cuerpo entero es el soporte del movimiento. Con sus apoyos, con su postura, con su gama de tensiones, con su respiración, con su pálpito, con su actitud, con su tempo y su melodía, con el espacio en que se forma y dibuja. Con los demás.  La emoción no se vislumbra en una parte del cuerpo, se refleja en todo él. Si estamos alegres o tristes, o enojados, es todo el cuerpo el que lo siente y lo manifiesta, no solo una pierna o un brazo, o la pelvis o la cara. 

Al principio de experimentar el movimiento puede darse en la mayoría de las personas, una percepción simple y escasa del aspecto físico del movimiento. En personas muy sensibles se dará una percepción más honda, lo que nos indica que están viviendo el movimiento más plenamente. La vida va más allá de lo físico. En la vida hay emociones, sentimientos, imaginación, creatividad. La materia física es el soporte de la vida emocional y mental. Y la vida mental no es solo un programa de acción como un software que se instala en una máquina  respondiendo solo a unas directrices.

La mayoría de los métodos o técnicas de movimiento son así. Aunque pregonen que trabajan o potencian la unidad cuerpo mente. La mente no puede aislarse del cuerpo. Es imposible. En cualquier cosa que hagamos está presente la dimensión mental. Pero esta dimensión puede reducirse a la mínima expresión, o puede estar plenamente involucrada. Puede ser una percepción mecanicista, rudimentaria, meramente física o por el contrario, puede ser emocional, imaginativa, creativa. Esta dimensión del movimiento no suele tenerse en cuenta. Se cree que el movimiento solo es algo físico y que su objetivo y utilidad es meramente física. Algo así como creer que la comida solo sirve para alimentarse y no para disfrutar con ella. Algo así como creer que la sexualidad solo sirve para tener hijos.

Lo que aparentemente no sirve para nada, es lo más placentero y  enriquecedor, a nivel sensorial, mental, cerebral, cognitivo, emocional.
 


 Y tú, lector, ¿Qué piensas de esto?  ¿Crees que el movimiento se puede saborear? ¿lo has saboreado? ¿O solo buscas la utilidad del movimiento, como un ejercicio que sirve para algo? ¿Solo te satisface la meta o por el contrario, lo que disfrutas es el camino?  ¿Te gusta la rutina  o la creatividad? ¿Has practicado técnicas rutinarias? ¿Cuales? ¿Has disfrutado del movimiento creativo?
Te agradecemos nos aportes tus opiniones.